Aceptar el sacrificio de Cristo es el primer paso que nos lleva al propósito de Dios. La vida cristiana no se detiene cuando recibimos el sacrificio de Jesús, sino, que es el inicio de nuestra reformación, es el nacimiento de una nueva criatura a la imagen de Dios. Como explicamos en el tópico anterior, el nuevo nacimiento es el deseo de Jesús para todos, y solamente tendremos entrada en su reino si hemos nacido de nuevo.
Ahora, al haber nacido de nuevo, somos nuevas personas formadas a la manera de Dios, con el propósito de hacer la voluntad de Él en la tierra, Jesús ordeno a sus discípulos, incluyéndonos a nosotros, de que fuéramos por toda el mundo haciendo discípulo y que les enseñáramos todas las cosas que El nos mandado.
Después que usted ha nacido de nuevo, su tarea es el de ser discipulado y preparado en el poder del evangelio para que usted a la
vez haga lo mismo, de preparar a otros para que hagan lo mismo que usted ha hecho. Todos tenemos la tarea de predicar el evangelio hasta que seamos levantados al regreso de nuestro Señor y Salvador
Jesús. Somos lavados con la sangre de Cristo para toda buena obra, nosotros somos el ejercito de Dios y los representantes del reino de los cielos aquí en la tierra, es por eso que es
necesario haber sido hechos nuevas criaturas, con el carácter de Cristo. Es decir que venimos al Señor, no para sentarnos en un banco, sino, para trabajar en la tarea de hacer que la salvación
llegue a todas las personas posibles, y así Cristo ser glorificado.
Es su trabajo y el mío el que el evangelio del reino se extienda sobre toda la Tierra.
Dios Te Bendiga...